Cuando la noche llega a su fin, Pedro tira de mí hacia la pista de baile para un baile final. Mis pies me están matando, pero no puedo rechazarlo. Amo mecerme en sus brazos. Me doy cuenta de que la banda está tocando Come Away With Me, de Norah Jones y me quedo mirándolo asustada. Él está sonriéndome con ternura.
—Creo que ésta es nuestra canción. Estás tan hermosa esta noche, como lo estuviste esa noche en la viña, con las perlas. Me dejas sin aliento, Paula Chaves.
Oh, siento que las lágrimas queman mis ojos cuando lo miro.
Paso los dedos por su suave pelo rubio.
—Ya sabes cómo poner a una chica a tus pies, Pedro Alfonso.
Sus ojos se fijan en mi cara mientras me mueve en la pista.
Juro que somos las dos únicas personas aquí y no me importa quién nos esté mirando. Se inclina y suavemente acerca su mejilla contra la mía.
—Gracias —susurra.
—¿Por qué? —le susurro.
—Por ser mía.
***
—Estuviste maravillosa esta noche. Has encantado a todos —murmura en mi pelo.
—Pasé un gran momento. Tu familia es maravillosa. —Acaricio su pecho e inhalo su aroma.
—¿Estás seguro de que está bien para ti, con mi familia aquí en la mañana para el almuerzo?
—Por supuesto. Incluso te ayudaré a cocinar.
Se ríe.
—Gracias por la ayuda.
—Es por una buena causa. Ven a la cama.
Me alejo, pero me detiene, sus ojos están repentinamente serios.
—Todavía no.
—¿Estás bien?
—Estoy más que bien. Tengo algo que enseñarte.
—Oh, está bien.
Toma mi mano y me lleva al otro lado de la habitación. Se detiene ante el sistema de sonido y conecta su iPod y lentamente algo suave comienza a salir por los altavoces. Nos conduce a una plataforma, abre una puerta francesa, gira el
interruptor y yo suspiro.
La plataforma se convierte en un lugar suave y romántico.
Ramos de rosas rojas con perlas cubren toda la superficie.
Hay brillantes luces blancas colgadas desde el techo y una pequeña mesa preparada con dos asientos, un cubo de hielo, champán y dos copas.
Me doy vuelta y lo miro, con mis ojos muy abiertos.
—¿Cuándo has hecho todo esto?
—Lo tenía hecho antes, mientras nos preparábamos para la fiesta en tu casa.
—Pedro, es mágico —me quedo sin aliento ante el espacio hermoso. Él es tan romántico.
Envuelve por detrás sus brazos alrededor de mí y entierra su cara en mi cuello.
—¿Qué te parece?
—¡Me encanta! Gracias.
—Ven, siéntate. —Él me lleva al sofá y nos sentamos. Mi vestido flota en mis piernas cuando me siento, su tacto es suave contra mi piel. Sonrío, recordando que no llevo ropa interior. Pedro va a disfrutarlo cuando lo descubra. Vierte champán en las copas y me entrega una. Él brinda golpeando nuestras copas y me tomo un sorbo.
—Es una noche agradable. No está muy frío. —Inclino mi cabeza en la almohada y cierro los ojos, escuchando el agua, que no se puede ver en la oscuridad. Pedro me levanta los pies en su regazo y vuelvo la cabeza, así lo puedo ver.
Me quita los zapatos y comienza a masajearlos.
—Oh, dulce madre de Dios, te amo.
Se ríe.
—¿Te duelen los pies?
—Un poco. Pero estos zapatos lo valen.
—Sí, lo valen. ¿He mencionado cómo te ves de hermosa esta noche?
—Una o dos veces. —Parpadeo y suspiro mientras su pulgar empuja el arco del pie—. Eres tan bueno con las manos.
—Me alegro de que me apruebes.
—Podría acostumbrarme a ello, ya sabes. Todas estas flores, masaje de pies y champagne. Y tú, mi hermoso novio.
Frunce el ceño y mi corazón da un vuelco. ¿Qué he dicho mal?
—Hey. —Saco mis pies de su regazo y me muevo hacia él, sentándome en su regazo.
Él envuelve sus brazos alrededor de mí, me sostiene contra su pecho y mantiene su cara en mi mano—. ¿Qué pasa?
Sus ojos sobre los míos, de un azul intenso y serio y yo sé que algo importante está en su mente.
—Háblame, cariño. —Sigo acariciando su rostro y vuelve la cabeza para presionar un beso en mi mano.
—Supongo que no quiero ser tu novio.
—¿Qué?
Estrecho mis ojos y miro fijamente.
—Bueno, voy a por mis cosas. —Hago un ademán de levantarme, pero él me empuja con más fuerza, apretando la mandíbula y sus ojos están cerrados herméticamente.
—No, eso no es lo que quise decir. No estoy rompiendo contigo.
—¿Qué estás haciendo? —le susurro.
—Quiero hacer de todo. —Abre los ojos y veo, el miedo, la nostalgia y el amor.
¿Qué es esto?
—Yo quería hacer esto durante toda la noche, pero no pude encontrar el momento adecuado, y estoy feliz de no haber podido, porque ahora estamos solos. —Traga saliva y respira profundamente—: Paula, desde que te conocí mi mundo cambió.
Encontré algo contigo, que no sabía que no tenía, pero que era lo que realmente quería. Eres una mujer tan bella por dentro como por fuera. Tú me sedujiste. No puedo quitar mis manos de ti. Eres muy sexy, divertida e inteligente. Tu boca descarada me vuelve loco. —Me sonríe y lleva la punta del dedo a mi labio inferior.
Estoy sin palabras, lo cual es bueno, ya que no parece haber terminado—. No puedo imaginar mi vida sin ti. Tú eres el centro de mi mundo, Pau. Quiero amarte, protegerte, luchar contigo, tener hijos contigo y tenerte a mi lado por el resto de mi vida.
Toma un respiro y saca una pequeña caja azul de Tiffany del bolsillo de los pantalones. Siento que mis ojos, mi ritmo cardíaco y la respiración se encuentran en la velocidad máxima.
Mis ojos buscan los suyos mientras él mantiene la cajita en la mano.
—Paula, se mi esposa. Cásate conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario