sábado, 3 de enero de 2015

PEDRO




Paula decidió que quería casarse en el resort donde pasamos nuestras vacaciones en Tahití, con nuestra familia y amigos. 


Espero que sea todo como siempre soñó que sería. Cierro el botón de mi camisa blanca y verifico mi reflejo en el espejo del cuarto principal del bungalow de mis padres. Pau quería que los hombres usaran pantalones caqui, con camisas blancas para la ceremonia, y es eso lo que estamos usando. 


Ella es el jefe. Mi cabello es un desastre, como de costumbre, y no tiene sentido intentar arreglarlo, porque los dedos de Pau van a estar en él, así es que ella me mira.


Sonrío cuando pienso en mi novia. Soy un hijo de puta con suerte. Paula es, sin duda, la mujer más sexy que he visto, con su cabello largo y oscuro, bellos ojos verdes y cuerpo curvilíneo absolutamente caliente.


Pero su corazón es lo que me atrapó. Su naturaleza, graciosa y amorosa, y esa boca atrevida con la que no puedo imaginar no vivir. Y no lo necesito.


—¡Oye, Alfonso, termina de admirarte en el espejo y ven aquí parar un brindis de celebración! —Isaac, el hermano de Juana, me llama desde la sala principal del bungaló.


Todos los chicos están aquí: Marcos, Julio, Isaac, Arturo, Matias y Guillermo, y su padre, Sebastian. Mi padre levanta la copa, mientras me entrega la mía para el brindis.


—Por mi hijo y Paula. Gracias a Dios, ella dijo que sí.


—¡Por los novios!


Todo el mundo brinda y la sala estalla nuevamente en caos, los hombres gritando chistes obscenos y hablando tonterías. No consigo calmarme. No estoy nada nervioso sobre casarme, solo quería que ya se hubiera terminado esa parte.


—Papá, necesito que le lleves una cosa a Paula. —Le entrego a mi padre una pequeña caja azul de Tiffany, envuelta en un papel blanco.


—No hay problema, necesito ver cómo está tu mamá de todas maneras. ¿Estás listo? —Sonríe y me da una palmada en la espalda.


—Sí, nunca estuve tan listo. Llevemos este espectáculo a la calle. —Mi padre ríe, mientras se dirige a la suite nupcial, e Isaac se aproxima a mí con una dosis de tequila.


—No, hombre, necesito tener la cabeza clara para esto. —Alejo la mirada de la bebida, y miro hacia la puerta del bungaló de Pau.


—Esto no es para ti, idiota, es para mí. —Sonríe y toma la dosis de tequila y se estremece—. Mierda, eso está bien. ¿Estás listo para esto?


—Todo el mundo me pregunta eso. Sí, estoy listo. Estoy completamente y absolutamente listo.


—Eres bueno para ella, lo sabes.


Miro el rostro de Isaac, en shock. Toda la familia de Juana siempre fue acogedora y simpática conmigo, pero sé que los hermanos tenías algunas reservas, y como un hermano de una mujer, quién soy yo para culparlos.


—¿Cómo es eso?


Isaac se encoge de hombros y mira hacia tras, para los otros chicos, entonces de vuelta a mí.


—Ella se abrió más, ríe más. Infierno, no lo sé, hombre. Ella es feliz. La conozco hace mucho tiempo y no recuerdo alguna vez verla reír tanto.


—Estoy feliz. —Asiento y sonrío ampliamente.


—Pero si la lastimas, o al bebé… —continúa Isaac, y sé lo que va a decir—: te voy a matar.


—No es necesario, no voy a lastimarla. —Levanto mi mano para apretar la suya y él la toma, y entonces me atrae en un abrazo.


—Bienvenido a la familia, hermano.


—Las chicas están listas. —Mi padre regresa al cuarto con un regalo en la mano.Le dije que no me diera nada. Ella y el bebé son todo lo que necesito—. Esto es para ti.


Voy hasta el cuarto, para abrir el regalo, y la nota, solo, imaginando si le gustaron los pendientes de diamante rosa que le envié. Todo en esta boda es rosa, y ella debe tener diamantes rosa también.



Pedro, sé que dices que el bebé y yo somos todo lo que necesitas, pero no podía dejar de darte un regalo. Escogí este regalo especial, porque simboliza cuan precioso es el tiempo. Te agradezco el tiempo que me dedicas, y por los muchos años que estamos destinados a pasar juntos, como una familia, y como amantes. Eres lo que estaba esperando, Pedro no creo que en pocos minutos serás verdaderamente mío, como yo tuya. Gracias por escogerme para compartir la vida contigo. Amor,Pau.
P.D. No puedo esperar para besarte.


Y ella dice que soy encantador. Dios, amo esta mujer.


Dentro de la caja blanca hay un reloj Omega de plata con el fondo negro. En el interior hay una inscripción, que me hace sonreír. Pau es la mejor en inscripciones.


Su cuerpo sexy está lleno de ellas.


Eres mío ahora, siempre, y para siempre. Pau.


Me pongo el reloj en mi muñeca izquierda y vuelvo a la sala principal.


—Vamos. No quiero esperar más tiempo. —Sin esperar por una respuesta de alguien, voy por el paseo marítimo de madera hasta la arena de la playa, donde la ceremonia será realizada. El resort hace un trabajo maravilloso, con la sillas blanca, una pequeña galería protegida para pasar por debajo, con rosas rojas y velas encendidas y esparcidas sobre la arena, dando a la playa un brillo suave. Es casi la hora del atardecer, y sé que Pau cree que esta iluminación es perfecta.


¿Dónde está ella? Veo las chicas, todas con vestidos de color rosa. Estoy aliviado de que mi hermana Samy y Pau se volvieran amigas y se conocieran mejor, desde que le pedí matrimonio. Samy felizmente ayudó a planear la boda.


Nuestras madres son escoltadas hasta sus lugares, y mi corazón comienza a latir un poco más rápido. Jesús, no aguanto el suspenso. Necesito verla.


¿Dónde diablos está? Finalmente Juana, Samy y Sara caminan en nuestra dirección y toman sus lugares, con el cambio de música, Paula y Sebastian salen, y el resto del
mundo desaparece.


Su hermoso cabello oscuro fue recogido y empujado en un moño suelto, detrás de su oreja izquierda hay una rosa. Su vestido es largo, con un top moldeado y tiras finas, y está sujetando un gran buqué de rosas rojas. Sus nuevos diamantes brillan en sus orejas y, gracias a Dios, está usando nuestras perlas.


Siento la sonrisa agrandarse en mi rostro, cuando miro sus hermosos ojos verdes, y mi corazón se calma. Es esto.


—¿Quién le entrega esta mujer a este hombre? —pregunta el pastor.


—En nombre de sus padres, yo lo hago —responde Sebastian y coloca la mano de Pau en la mía.


Cada vez que la toco, siento mi estómago volar. Cada vez. 


Estoy atraído por ella de maneras que nunca imaginé posibles, y esa sensación solo crece, cuando ella está cerca de mí.


—Estás impresionante —le susurro y sonrío, cuando sonríe tímidamente y me miras a través de sus largas pestañas.


—Estás maravilloso también —susurra de vuelta.


—Bienvenidos, amigos y familiares —comienza el pastor. Dice las oraciones y después de algún tiempo, inicia la ceremonia para la entrega de los anillos.


—Con este anillo, te desposo —dice Paula, sus ojos en los míos, su voz suave y dulce y lleva el anillo a mi dedo.


—Con este anillo, te desposo —repito sus palabras y empujo el anillo de boda hacia su pequeño dedo, al lado de su anillo de compromiso. El resto de la ceremonia es relativamente corto. Decidimos contra la ceremonia muy elaborada y música en vivo, queriendo solo concentrarnos en nuestras promesas. Escribimos nuestros votos juntos, la semana pasada, antes de partir hacia Tahití.


Reímos, discutimos, y Pau lloró, pero, finalmente, encontramos algo que ambos queríamos decir. En vez de que cada uno diga sus propios votos, los vamos a decir juntos, alternando las líneas.


—Y ahora, Pedro y Paula van a recitar sus votos juntos. —El pastor da un paso atrás y tomo las dos pequeñas manos de Paula en las mías, frotando los pulgares sobre nuestros dedos.


—¿Estás lista? —susurro y tomo una respiración profunda.


—Sí —susurra de vuelta, la sonrisa de vuelta en su lugar.


Dios, esa sonrisa hace cosas conmigo. Limpio mi garganta, y mirando profundamente en sus ojos, comenzamos.


Prometo amarte.


Prometo amarte —responde, con voz fuerte.


Respetarte.


Ser tu mejor amiga.


Leerte en voz alta. —Paso mi dedo en su rostro suavemente, cuando veo las lágrimas salir.


Darte una vida encantadora.


Escribirte cartas de amor.


Reír de tus payasadas. —Me guiña y sonrío.


Siempre preparar tu café.


Ayudarte a cocinar.


Siempre decir que tu más nuevo corte de cabello es mejor que el que tuviste. — Coloco un mechón de su cabello suave detrás de su oreja.


Ser paciente.


Siempre apoyar tus esperanzas y sueños.


No deslumbrarme con tu fama —dice, y no logro evitar reír con los invitados.


Ser tu mayor fan —respondo.


Dios, la amo.


Despertarte todas las mañanas.


Despertarte todas las mañanas. No eres una persona de la mañana.


Besarte toda la noche.


Tomar tu mano.


Siempre recordar donde dejé mis llaves y teléfono.


Valorizarte. —Tomo una respiración profunda.


Creer en ti.


Creer en nosotros.


Nunca desistir. —Aprieta mi mano con más fuerza.


Nunca, nunca desistir.


Abandonar a todos los demás y serte fiel.


Trabajar todos los días, para ser el hombre que mereces.


Trabajar cada día para ser la mujer que mereces.


Ahora los dos tenemos lágrimas en los ojos.


¿Prometes ser mi esposa?


Lo prometo. ¿Prometes ser mi esposo?


Lo prometo. —Mierda, sí, lo prometo.


Es mi placer presentar al Sr. y la Sra. Alfonso . Pedro puedes besar a la novia.


Tomo su hermoso rostro en mis manos y ella desliza los dedos por mi cabello, mirándome con mucho amor, tanta confianza, que me saca el aire.


Lentamente me inclino hacia abajo y barro mi nariz en la de ella, besando sus labios, de la manera que sé que ama. Suspira contra mí, mientras deslizo mis brazos alrededor de ella, atrayéndola con más fuerza hacia mí, mi mano sobre nuestro pequeño bebé.


Nuestros invitados están aplaudiendo, nuestras madres limpiando sus lágrimas.


Descanso mi frente en la suya, mientras pasa los dedos por mi mejilla.


—Te amo —susurro.


—También te amo. Vamos a bailar.





POV es la abreviatura de Point Of View, en español: punto de vista, en primera persona.

EPILOGO




¡Santa mierda!


Estoy de pie en un hermoso bungaló en Tahití, al frente de un gran espejo y no me reconozco, incluso a la mujer mirándome. Amo mi vestido de novia. Es largo y fluido. Es de gasa blanca, un corpiño moldeado y tiras finas, y la falda cae de la cintura en estilo imperial hasta el suelo. No voy a necesitar zapatos.


Mi maquillaje es clásico y simple, perfecto para una boda en la playa, y mi cabello está rizado, atrapado en un moño.


Estoy usando mis perlas.


—Estás deslumbrante. —Juana besa mi mejilla y le sonrío, nerviosa.


Ella también está deslumbrante en su vestido de seda rosa. 


Miro el bungaló, con una sonrisa de felicidad y amor. Estoy rodeada por hermosas mujeres. La madre de Pedro, Lucia y la mamá de Juana, Helena, están juntas hablando en una esquina. Ambas hermosas en sus vestidos rosa. Samantha y Lucia están jugando con la pequeña Sofia, que está simplemente adorable en un vestido con una banda rosa. Juana, por supuesto, y Sara son mis damas de honor.


Samy y yo enterramos definitivamente cualquier animosidad que todavía había entre nosotras después de la caída de Pedro, y nos volvimos buenas amigas. Ella hizo la mayor parte del trabajo en la planificación de esta boda fantástica.


—¿Estás nerviosa? —pregunta Sara.


—No lo estaba, hasta que me puse el vestido, ahora estoy un poco nerviosa. — Sonrío y miro atrás al espejo. ¡Santa mierda, me voy a casar! Nicolas entra por la puerta y sonríe ampliamente cuando nos ve.


—Me enviaron aquí para darte esto.


Me entrega una caja envuelta, con una tarjeta adjunta y besa mi mejilla.


—Es casi la hora.


—¿Los chicos están listos? —pregunto.


—Sí, tu prometido muy pronto estará hecho un manojo de nervios. Está listo para hacerte su esposa.


Río y beso la mejilla de Nicolas.


—Aquí, llévale esto. —Le entrego una caja envuelta, también con una nota—. Dile que voy a encontrarlo en unos minutos. Voy a ser la mujer de blanco.


Voy hasta la esquina del cuarto para abrir el regalo en privado. Mi hombre ama consentirme. Como alquilar este resort entero para nuestra familia y amigos, para que disfrutaran durante una semana entera y como si nuestra bella boda no bastara, me dio pequeños regalos todos los días. Estoy loca por él. En la caja está escrito:


Abre primero la caja, después lee la nota.


Es tan mandón. Abro el papel blanco y hay una pequeña caja azul de Tiffany.


Dentro del satén, hay un sorprendente par de pendientes de diamante.


Son de un diamante rosa suave, con un diamante en forma de lágrima colgando de ellos. La joya me quita el aliento. Abro la carta y me siento en la cama.



Mi amor, cuando leas esto, estarás a pocos minutos de volverte mi esposa. No puedo expresarte cuán honrado estoy en saber que eres mía. Estoy listo para amarte por el resto de mi vida, como tu esposo. Te amo… Pedro.



Bueno, ¿realmente no es un seductor?




CAPITULO 57




Estamos en casa desde hace una semana y Pedro está casi recuperado de sus lesiones. No habrá visitas al gimnasio por un par de semanas hasta que los moretones hayan desaparecido.


—Este móvil, quiero ponerlo aquí.


—No vas a levantar nada. Olvídalo.


Él no me deja levantar nada en estos días.


—Bueno, eso va por los dos. Y no me lastimé la muñeca —levanto una ceja mientras cruza la habitación hacia mí.


—Me encanta tu boca descarada —le da una bofetada a mi culo y le grito antes de llevar mi mano hasta mi vientre—. No hay ninguna posibilidad que una mujer embarazada levante algo de peso.


Me río y acaricio su hermoso rostro.


—¿Estás seguro de mi mudanza aquí?


—Por supuesto. Nos vamos a casar en dos meses, y no tiene sentido vivir separados.


Él frunce el ceño.


—¿No quieres?


—Quiero estar donde estés. No tiene sentido para vivir con Juana. —Sonrío—. Juana puede vivir en la casa cuanto quiera, y yo lo voy a seguir usando como estudio para trabajar.


—¿Pero? —levanta una ceja.


—Pero, creo que con nuestra familia en crecimiento, vamos a necesitar más habitaciones.


Su rostro se suaviza y me besa suavemente en la frente.


—Voy a comprar cualquier casa que desees.


—Quiero quedarme aquí por un tiempo. Vamos a mantener nuestras opciones abiertas.


—Muy bien. —Me besa de nuevo, antes de que el personal de la mudanza toque la campanilla y comience a descargar las cajas y algunas piezas de mobiliario. Dejé la mayor parte en la otra casa para Juana.


Todas las cajas van a una sala de almacenamiento, por lo que pueden organizarse a su tiempo, a mi propio ritmo. La mudanza no toma mucho tiempo.


—¿Es necesario trabajar esta tarde? —le pregunto a Pedro, después de que los hombres se van.


—No, ¿y tú?


—Tampoco. —Camino hacia la escalera y empiezo a subir hacia la habitación.


—¿Qué podemos hacer para llenar el tiempo en una tarde lluviosa de jueves? —me susurra al oído en la parte superior de las escaleras.


—Humm... ¿Tal vez leer? —le sugiero.


—No, ya lo he estado haciendo mucho últimamente —él da varias mordidas en mi cuello y envuelve sus manos alrededor de mi cintura, extendiendo su mano sobre mi vientre.


—Podríamos ver una película.


—No estoy de humor.


Por fin entramos en la habitación, y giro en sus brazos, lo beso suavemente mientras muevo mis dedos por su mejilla.


—Me he quedado sin ideas —murmuro.


—Muy bien —susurra—.Tengo algunas ideas