Me despierto el sábado por la mañana en una cama vacía.
Me siento y me estiro sobre el colchón, la suave sábana blanca se desliza por mi cuerpo desnudo cayendo en mi regazo. Agudizo el oído en la casa de Pedro, tratando de descubrir si consigo escucharlo en algún lugar, pero todo está tranquilo.
Paso mis manos sobre mi cara, y enseguida me doy cuenta de la taza de café con una rosa, junto con una nota.
Ah, no quiso despertarme. Tomo un trago de café. Todavía está caliente, por eso él no debe haber salido hace mucho.
Huelo la rosa y abro la nota.
Trabajando esta mañana. Estoy en el escritorio del piso de abajo. Te amo. Pedro.
Hoy está lloviendo y las grandes ventanas están cubiertas con gotas, haciendo algo borrosa la vista del mar agitado. Tomo la camisa que Pedro uso la noche anterior y me la pongo. Cuando bajo la escalera y estoy en el hall, la sala que Pedro dijo que era un depósito está abierta, y puedo escucharlo hablar por teléfono.
—Sí, ya vi los números esta mañana. Es una óptima noticia. Estoy feliz que estés satisfecho con ellos. No, no vamos a esperar por los números del lunes antes de tomar esa decisión. Ok, hablamos después de eso. —Termina la llamada, mientras yo entro en la sala.
—Entonces, no es un depósito. —Mira alrededor del escritorio y no puedo evitar imaginar que estoy en una película de su propia vida. Aquí es donde el guarda los recuerdos de sus películas. Hay posters de sus películas Nighwalker encuadradas y colgadas en las paredes. Hay premios y certificados, fotos con celebridades y personas importantes. Parece increíblemente joven en la mayoría de ellas. Miro a mi hombre sentando en su impresionante mesa.
Él se inclina al frente vistiendo una camiseta blanca y jeans, observándome aprensivo.
—¿Qué? —pregunto e inclino mi cabeza para un lado.
—¿Estas muy enojada?
—¿Por qué mentiste sobre el cuarto?
—Sí.
—No.
—Oh. —Sus cejas se levantan y parece confundido.
—Sé porque tuviste que decirlo. ¿Hay más sorpresas por aquí? —pregunto, mientras me acerco a la mesa.
—No.
—Bueno.
Pedro se endereza y yo me siento en la mesa frente a él, apoyando mis pies en los brazos de su silla, él hace un movimiento rápido, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y entierra su rostro en mi barriga. Llevo mis manos a su cabello y me inclino para besar su cabeza.
—Hueles tan bien —murmuro—. ¿Te bañaste sin mí?
—Sí, me levanté temprano. La mañana después de un estreno es siempre agitada.Además, quería llevarte el café.
Sonrío contra su cabeza.
—Gracias por el café.
—El placer es todo mío.
Su teléfono suena. Él se inclina para atrás y atiende la llamada, manteniendo un brazo alrededor de mi cintura.
—Alfonso —Su voz es corta y profesional, y sonrío para él.
—Hey, Channig, gracias por devolverme la llamada. Solo quería decirte que vi la película ayer por la noche. Hiciste un trabajo fantástico. —Escucha por un momento y después ríe—. Lo sé. Estoy feliz de que sobrevivieras. ¿Cómo está tu linda esposa? Bueno. Hey, tengo otro proyecto que estoy mirando para el año que viene, ¿te puedo enviar el guion? Es muy bueno.
Pedro pasa su mano por mi barriga y yo apenas puedo escuchar a Channing…
¡Channing maravilloso Tatum! Hablando. Del. Otro. Lado.
—Ok, te lo envió la próxima semana. Aprovecha tu fin de semana, te lo mereces.Chao.
—Parece feliz —murmuro.
—Debería, los números son muy buenos.
—¿Mencioné anoche lo orgullosa que estoy de tu trabajo?
—Hablaste. Particularmente me gusto escucharte, cuando estabas desnuda. —Me guiña el ojo y le respondo con una carcajada.
—También me gusto esa parte.
—La verdad… —Sostiene mi coño en sus manos y me jala con fuerza hasta su cuerpo—. No tienes permiso de usar esta camiseta.
—Dios mío, tengo que parar de hacer eso.
—Lo sé. Vas a ver ahora lo que pasa cuando usas mis camisetas.
—Pero me gustan tus camisetas. —Le ofrezco el piquito de mis labios.
—Me gusta hacer esto. —Lentamente desabotona cada botón hasta quitarme la suave camisa, dejándola caer sobre la mesa detrás de mí. Inhala bruscamente, sus ojos al nivel de mis senos, y recorre mi cuerpo con sus bellos ojos azules, como si estuviese comiéndome viva con su mirada.
—Dulce madre de Dios, eres tan linda. —Se inclina y frota la punta de su nariz contra mi pezón derecho, levantando la punta mientras me retuerzo—. Adoro la manera en como tu lindo cuerpo me responde.
Le da la misma atención a mi pezón izquierdo, y gimo bajito.
Está sentando en esa silla, completamente vestido, y yo estoy a punto de correrme con su nariz. Increíble.
Me mira, mientras lleva un pezón a la boca y chupa, enseguida lame y besa todo el camino en mi pecho hacia el otro seno y hace lo mismo. Sus manos están acariciando mi trasero.
—Inclínate para atrás, apoyada en tus manos, bebé.
Hago lo que pide y el besa el piercing de mi barriga.
—Esto es tan jodidamente sexy. ¿Hace cuánto tiempo lo tienes?
—Me lo hice cuando cumplí dieciocho años.
—Es sexy. —Lo besa nuevamente y traza el camino hasta mi tatuaje.
Abruptamente, me empuja para el borde de la mesa haciéndome inclinar para atrás en mis codos, exponiéndome a él. Coloca un beso en las letras oscuras.
—¡No te acuestes! Quiero que veas. —Joder. Esa es la cosa más sexy que me ha dicho.
—Está bien. —Mi voz es pesada, con necesidad y sonríe para mi, sus ojos azules fijos en mí.
Se inclina para abajo y con apenas la punta de su lengua lame mi clítoris, va hasta mi entrada y regresa nuevamente, y entonces lleva su boca directa sobre mi clítoris, moviendo su lengua más y más, y entonces chupa profundamente. Lanzo mi cabeza para atrás y grito su nombre en voz alta y, enseguida levanta la cabeza para continuar observando. Es tan agradable ver su boca en mí. Mueve una mano alrededor de mi trasero, en mi muslo y desliza un dedo dentro de mí.
Levanto mi cuerpo de la mesa, mis pies están en los brazos en la silla, me sostiene firmemente contra su boca. Su lengua se desliza para atrás y para el frente sobre mi clítoris, y el dedo continúa trabajando dentro de mí. Sus profundos ojos azules están en mí, cuando gozo, gritando. Deja varios besos en mi centro y saca el dedo de mi núcleo.
—Dios, tienes un gusto tan bueno. Te quiero todo el tiempo, Pau. No me canso de ti.
—¡Dentro de mí! ¡Ahora! —Estoy sin aliento y lo necesito.
Se levanta y se baja los pantalones hasta sus muslos.
—Envuelve tus piernas en mis caderas, bebé.
Me llena mientras lo rodeo con mis piernas, inclinándose para besarme, y agarrando el extremo de la mesa con la mano, mientras me llena implacablemente.
—Oh, Dios. —Mis manos están en su trasero, jalándolo más fuerte. Siento él orgasmo llegando.
—Vente para mí, linda —susurra en mi oído y esa voz sensual me envía al borde, en otro clímax increíble, que me hace hundir mis pies en su trasero.
—Cristo, Pau—Él tiembla cuando se corre dentro de mí, dándome varios besos en mi rostro.
—Realmente recomiendo el sexo en la mesa de trabajo —murmuro y sonrío perezosamente.
Él ríe y me jala para arriba, para sentarme.
—Sí, vamos a hacer esto muchas veces.