martes, 16 de diciembre de 2014

CAPITULO 16




Es tarde cuando Juana y yo llegamos a casa. El ritmo rápido de la película de acción y aventura que vimos, con nada menos que Vin Diesel, fue exactamente lo que necesitaba para escapar de la realidad por algunas horas. Acabé cediendo el pedido de Juana para ir de compras después.


—¿Cómo puedo, Paula Chaves, estar sin zapatos nuevos? Son mi vicio.


—Esos Louboutin rojos que encontraste son para morir. —Juana y yo estamos sacando las bolsas del maletero de mi Lexus.


—Lo sé. Me ha encantado. No sé cuándo voy a poder usarlos, pero no me podía resistir. —Agarro las bolsas, y nos dirigimos hacia la puerta de entrada.


Nos detenemos abruptamente, cuando vemos lo que nos está esperando en la puerta. Docenas de ramos de rosas, en todas las formas, tamaños y colores, cubren el porche, los escalones de entrada, cada superficie posible. El aroma es increíble.


Debe haber 50 docenas de rosas aquí, por lo menos.


—Oh, Paula—Los ojos de Juana están abiertos de par en par, y su rostro está emocionado. No puedo evitar quedar un poco emocionada también.


—Guau. Es todo lo que puedo decir, y estoy tan aliviada. —¿No podría haber terminado? Subimos los escalones, con cuidado para no golpear nada, y veo una carta pegada en la puerta con mi nombre escrito.


—¡Aquí! —Juana lo jala y me lo entrega. Está muy oscuro para leer, entonces damos un paso hacia dentro y suelto nuestras bolsas en el suelo. Juana comienza a meter los
ramos para dentro y me lo entrega.


—¿Dónde debo colocarlos? —pregunta.


—Hum… no lo sé. Basta con colocarlos en toda la casa. 


Su sonrisa es enorme—.Él debe estar loco por ti, para hacer esto.



Querida Paula, hay una rosa aquí, por cada vez que pensé en ti hoy. Quería que hablaras conmigo y me dejaras explicar porque no te conté quién soy, y estoy profundamente triste de que lo hayas descubierto por tu amiga. Tengo mucho que explicar, y espero que me des una
oportunidad para hacer las paces contigo. Por favor, llámame cuando estés lista para hablar.
Tuyo, Pedro.



Ah, sí, es encantador. Doblo la nota en el bolsillo y Juana me ayuda a traer todas las flores para dentro, esparciéndolas por toda la casa. Parece que voy a tener un funeral o una boda en mi sala, y eso me hace reír.


—¿Ves? —Juana sonríe—. Dije que él está loco por ti.


—O simplemente loco —respondo riendo.


—Es mejor llamarlo y agradecerle.


—Sí, mamá. —Le pongo los ojos en blanco. Traemos el último ramo.


—Aquí, lleva algunos para tu cuarto —le digo a Juana.


—¡No me lo tienes que pedir dos veces! —Juana sostiene un buqué debajo de cada brazo y sube las escaleras con sus logros comerciales.


Tomo mi teléfono, que ha permanecido apagado durante todo el día, mis zapatos nuevos y un hermoso arreglo con rosas rojas con tallos largos y cerrado en perla, y voy para mi cuarto. Pateo mis sandalias, coloco el jarrón en mi mesita de noche, y guardo los zapatos nuevos en mi armario.


Volviendo hacia las flores, no puedo evitar enterrar mi nariz en una flor suave y perfumada. Observo la nota, escondida en los tallos y la saco, sentándome en la cama para leer.



Estas me recuerdan tus hermosas piernas largas y deliciosos labios rojos. Y un día, adoraría verte vestida con nada más que perlas.


Oh. ¿Es este el sentimiento que se tiene cuando se es cortejada? No lo sé, pero con seguridad le gusto. Y recuerdo que me está cortejando desde el inicio, la cena deliciosa en su casa, abrazados en su terraza, observando la puesta de sol, y nuestro picnic increíble en el almuerzo de ayer.


Él estaba en lo correcto cuando dijo que había hecho el amor conmigo ayer en la noche. El sexo nunca fue tan íntimo para mí. Pero me mintió, ya sea por omisión, y eso es un obstáculo. Decido darle una oportunidad para explicar. Voy a su casa y voy a oírlo


Ya me hace falta, su toque, su sonrisa, su risa, la sensación de su cabello rubio desordenado en mis dedos. Quiero desesperadamente que algo bueno pase entre los dos, y tal vez eso sea lo que me asusta por encima de todo, todavía más con sus estatus de celebridad y el hecho de que podría tener cualquier mujer delgada y perfecta del planeta.


Si las cosas van muy lejos, podría lastimarme.


Pero el pensamiento de no verlo nunca más, hace doler mi pecho.


Agarro mi teléfono y coloco la carta en mi bolsillo. Prendo el teléfono y estoy impaciente, esperando que vuelva a funcionar. Tres llamadas perdidas, dos mensajes de voz y dos mensajes de texto. Nada de Pedro. Ambos mensajes de voz son de clientes, entonces los guardo, para recordarme de llamar mañana por la mañana.


Bajo rodando hasta el número de Pedro y llamo.


Responde en el primer pitido.


—Hola —dice, bajito.


—Hola —murmuro, cerrando los ojos al oír su voz de nuevo—. Gracias por las bellas flores.


—¿Te gustaron? —Escucho su sonrisa.


—Son increíbles. Y abundantes. —No puedo dejar de reír.


—Pensé mucho en ti hoy.


—Al parecer, sí.


—Paula, lo siento…


—No, Pedro —lo interrumpo, la agonía en su voz es mi perdición—. Lo siento también.


—No, entiendo. Debería haber dicho alguna cosa ayer.


—Sí, deberías. —Suspiro—. No quiero hablar sobre esto por teléfono. ¿Estás ocupado mañana por la mañana?


—¿Me quieres ver mañana? —Escucho la emoción en su voz y me derrito todavía más.


—Bueno, estaba pensando que podría ir hasta tu casa, y podríamos hablar.


—Sí, ven ahora.


Sonrío y me tiro en mi lado de la cama, sintiendo que mi estómago empieza a relajarse, desde esta mañana.


—Estoy cansada y no estoy en disposición para una larga conversación hoy en la noche.


—¿Qué hiciste hoy? —pregunta.


—Juana y yo hicimos algunas compras. —¿Debo decirle sobre la película?


—¿Qué compraste? —Dios, amo su voz sexy.


—Zapatos.


—¿Te gustan los zapatos?


—Soy una mujer. Soy una desesperada e irrevocablemente apasionada por los zapatos.


—¿Cómo son los zapatos?


—Louboutins rojos de tacón alto. —Sonrío cuando pienso sobre mis sensuales zapatos nuevos.


Silba.
—Guau.


—Sí, ellos son guau. —Sonrío.


De repente, queda en silencio y pienso que la llamada se cayó.


—¿Pedro?


—Sí, disculpa, te estaba imaginando desnuda con solo esos zapatos y perlas.


—Guau —murmuro.


—Sí, fue guau. —Baja la voz y escucho su sonrisa y solo quiero tocarlo.


—¿Qué más hiciste hoy? —pregunta, interrumpiendo mis pensamientos.


—Bien, irónicamente, fuimos al cine.


Le oigo jadear.


—Pensé que no veías muchas películas.


—No lo hago, pero tuve una mañana dura y quería olvidar un poco, por eso, tuve una sobredosis de pochoclos y refresco y el pecho desnudo de Vin Diesel.


—¿Fue buena?


—Un pecho desnudo de Vin Diesel siempre es bueno —respondo con orgullo.


—Me hieres, Paula.


—Un pecho desnudo de Pedro es mejor —susurro.


—Así está mejor —susurra de vuelta.


—Me gusta cuando susurras.


—¿Te gusta? ¿Por qué?


—Es sexy.


—¿En serio?


—Muy sexy. Oh, amo este flirteo que tenemos.


—Me acordare de eso.


De repente deseo que hubiera aceptado su oferta de ir para su casa ahora, y termino la llamada, antes de hacer una mierda y pregunte por eso.


—¿Nueve de la mañana? —pregunto.


—Voy a hacer el desayuno para esperarte —murmura.


—Buenas noches.


—Buenas noches, linda —susurra.


Me despierto con el sonido incesante del timbre. Miro hacia el reloj. ¡Maldición!


¿Quién demonios está tocando mi timbre a las siete de la mañana? Llevo pantalones de yoga y una camisa y bajo las escaleras pisando duro. Parada en mi puerta, está una chica rubia, tal vez de 16 años, sosteniendo una taza de Starbucks para viaje y una única rosa roja.


—¿Eres Paula? —pregunta con una sonrisa.


—Sí.


—Son para ti. —Está animada, mientras empuja todo en mi dirección.


—Uh, gracias. —Lo tomo de su mano, llevando la rosa contra mi nariz.


—Hay una nota también. —Me la entrega, y aplaude—. ¡Esta es la cosa más romántica que he visto en mi vida!


Río de su excitación y abro más la puerta, para que pueda ver las docenas de ramos de rosas en la sala. Sus ojos parecieron querer saltar de su cabecita.


¡Mierda! Guau. Tienes tanta suerte. ¡Adiós! —Asiente y se va.
Tomo un sorbo de mi café.


—Oh, Dios, esto es bueno. —¿Cómo sabía que el chocolate blanco moca era mi favorito? Y abro la nota.



Buenos días linda. Solo una cosa para comenzar bien el día. No puedo esperar para verte.
Pedro.


—Santo Dios, él es tan dulce.


Juana baja las escaleras bostezando.


—¿Quién estaba en la puerta?


—Una entrega de Starbucks —respondo.


—Uh, yo quiero. —Mira hacia mi café y a la rosa.


—Una niña me entregó esto.


—Jesús, esto está comenzando a ser demasiado. —Juana va hacia la cocina y río, siguiéndola.


—Voy a verlo esta mañana.


—Excelente. No quiero los detalles. —Comienza a hacer su propio café—. Espera.Eres la única que lo consiguió. Sí, quiero detalles. E imágenes.


Sonrío y entierro mi nariz en la rosa.


—No voy a dormir con él. Solo vamos a conversar.


—Claro.


—Es exactamente eso.


—Está bien. Déjame saber si esto funcionó para ti. —Hace café para volver a salir, entonces sonrío—. Estoy feliz de que le hayas dado una oportunidad.


—¿Solo porque él es Pedro Alfonso?


—No, porque es un chico bueno, que finalmente te trata de la manera que mereces ser tratada.


—¿En qué me estoy metiendo?


—En algo divertido. —Se encoge de hombros—. Deja de pensar sobre eso y diviértete.


—Está bien. Voy a tomar un baño y arreglarme para mi desayuno.


—Cuídate —dice.


—Siempre —respondo de vuelta.




CAPITULO 15




¡Cómo es que no lo reconocí? Su cabello está más largo y ya tiene por lo menos cinco años más desde que salió su última película, entonces su cuerpo era más fuerte, es más mayor, pero ¿cómo no podría reconocer ese rostro bonito?


De repente, recuerdo nuestra conversación, cuando tomábamos las bebidas en la barra. Si tuviera que ver un tráiler de una película sobre vampiros una vez más, me mataría.


Oh Dios. ¿Podría ser más humillante? Pedro estrenó tres películas de vampiros, que no solo salieron bien, sino que se volvieron una sensación tan grande que no podías ir a cualquier parte sin ver noticias sobres las estrellas o mercancías de todos los tipos.


Solo pasé las últimas 48 horas enamorándome de un hombre que está completamente fuera de mi alcance. ¿Por qué él no me lo dijo? ¿Por qué me dejó contarle todos mis secretos y no me dijo nada de los suyos?



Estoy furiosa y voy hasta la bañera y abro el agua. Tengo que mejorarme para la hora de mi sesión. Tiemblo. El cliente de hoy es una pareja, voy a tener que tomar fotos íntimas, incentivarlos a amar al otro, ser romántica. Mierda.


Tomo una ducha rápidamente, pero dejo el agua chocar en mi rostro por aún más tiempo. Voy a estar horrible con los ojos rojos e hinchados.


Después de que estoy seca y vestida, seco mi cabello y lo agarro en un moño.


Examino mi rostro. Si, está rojo y mis ojos están hinchados. 


No me molesto con el maquillaje y rezo para que mis ojos se calmen durante los próximos treinta minutos. Solo tengo que pasar por esa sesión, entonces me puedo enrollar en una bola en mi cama durante días, si quisiera.


Solo tengo que aguantar dos horas y no pensar en Pedro


Espío con la cabeza fuera del baño, pero mi cuarto está vacío. 

Agradezco esta poca suerte. La pared al lado de la puerta, donde Pedro golpeó no tiene marcas. No golpeó tan duro.


Voy hasta al cuarto de huéspedes y me asomo por la esquina de la ventana. El auto de Pedro no está en la puerta del garaje. Se fue. En la planta baja, Juana todavía está en la cocina, una taza de café en la mano, con lágrimas en sus ojos.


—Paula, lo siento mucho.


Levanto mis manos en señal de rendición.


—No es tu culpa. No puedo hablar sobre esto ahora, Juana. 
Tengo una sesión en pocos minutos.


—Él está destruido, Pau.


—Solo detente.


—Tienes que hablar con él.


—¡Basta! Juana, no puedo hablar sobre esto.


Mi voz calla y respiro hondo, dispuesta a mantener las lágrimas dentro.


—Está bien, hablamos después de la sesión, entonces.


—¿No tienes que trabajar? —pregunto.


—Llamé. Me voy a quedar aquí contigo. —Me da una pequeña sonrisa.


—Te amo, Juana —Me dirijo a la salida, pero un pensamiento se me ocurre.


—¿Puedes hacerme un favor?


—Claro, ¿qué es querida?


—¿Puedes sacar mi ropa de cama y lavar todas mis ropas? —No podría sentir el olor después, cuando estuviera revolcándome en la autocompasión.


—Claro.


***


Fue la peor sesión de mi vida. Estaba dispersa, triste y molesta. La pareja era excelente, eran muy apasionados y sexys, sé que conseguí unas fotos excelentes, pero me sentí mal, no fue la sesión divertida que generalmente proporciono, por eso voy a pagar la tasa del período de sesiones. Es lo mínimo que puedo hacer.


Me cambio, vistiendo unos shorts caqui y una franela azul, agradeciendo al Señor por mi mejor amiga al ver mi cama con nuevas sábanas, limpias y sin su olor.


Mis músculos me recuerdan todas las actividades de anoche y esta mañana y cada vez que me estiraba, mi corazón se rompía un poco más. En la planta baja, agarro mi Iphone para revisar mensajes y llamadas, llené un vaso con té dulce del refrigerador y me uní a Juana en el patio.


—¿Cómo te fue? —pregunta.


—Difícil —respondo con un encogimiento de hombros y me hundo en la tumbona roja de la sala de estar.


—Lo siento mucho.


—Voy a devolverles su dinero, pero creo que aun así van a quedar felices con las fotos.


Agarro mi teléfono y tomo una respiración profunda.


—¿Estás segura de que deseas revisar eso? —pregunta Juana en la tumbona de al lado. Sus ojos están cerrados y está saboreando la luz del sol.


—Tengo que ver si tengo clientes buscándome. Voy a ignorarlo. —Me niego a decir su nombre en voz alta.


Tengo siete llamadas perdidas, mensajes de voz y cinco mensajes de texto. No hay absolutamente nada de Pedro, no puedo evitar sentirme decepcionada.


Dijo que no necesitaba esto, entonces eso significa que nosotros no éramos nada, ¿así de simple? Probablemente, sí.


Pedro Alfonso podía tener a cualquier persona, ¿por qué me quería? Apago el teléfono, dejándolo en la mesa al lado de mi bebida y empujo mis rodillas hasta mi barbilla, descansado mi cabeza y dejando que las lágrimas vengan con toda su
fuerza.


—Oh, querida, no llores. —Juana sube en mi tumbona conmigo y envolve sus brazos alrededor de mí.


—Me siento tan idiota —murmuro en su hombro.


—¿Realmente no sabías quien era él?


—No. Parece un poco diferente ahora —respondo defensivamente.


—Sí, lo está. Ha envejecido bastante.


Tiene una sonrisa en su voz y no puedo dejar de estar de acuerdo.


—Lo hizo. —Suspiro—. Claro, ahora veo eso. Debería haberlo descubierto pronto, cuando me ha asaltado en la playa.


—Tal vez estarías muy sorprendida.


—Lo creo, ¿pero qué disculpa tengo después de eso? Pasé casi dos días con el hombre, Juana.


—Oye, termina de culparte. Estabas viviendo un romance dulce con un hombre sexy durante dos días. Eso no es un crimen.


—Le dije muchas cosas. Le dije sobre mi madre y mi padre, la violación, todo.Hasta le mostré mi estudio.


Juana me mira con los ojos abiertos.


—Y tuvieron relaciones sexuales en tu propia cama.


—No me lo recuerdes.


—¿Cómo ha reaccionado a todo eso?


Me siento y tomo un trago de té.


—Parecía triste sobre la muerte de mis padres. La violación lo ha enfurecido, quería matar a aquel asqueroso. Parecía estar bien sobre el estudio y dijo que era sexy y talentosa.


—Bien, todo eso suena alentador.


—Y anoche fue solo… —¿Cómo lo describiría?—. Sorprendentemente y maravilloso. Ama mis curvas y cuando me toca, es solo… guau. —No puedo quitar la sonrisa de mis labios y Juana sonríe de vuelta.


—Lo hiciste con Pedro Alfonso.


Mi sonrisa se va.


—Lo siento, pero me diste cinco minutos para aprovechar eso. ¿Es tan caliente desnudo en la vida real, como en las películas?


—¿Estaba desnudo en la película?


—De atrás, sí. Es mi parte favorita.


Oh, definitivamente no me gusta que todos en Estados Unidos hayan visto el trasero de Pedro.


—Creo que el trasero es mejor en persona —respondo.


—¡Oh, me estas matando! —Juana suena como si tuviera 15 años de edad y sonrío—. Sabes, no ha hecho ninguna película desde Nightwalker, hace cinco años.


—¿Por qué?


—No lo sé. —Juana se encoge de hombros y sube a su tumbona, tomando un sorbo de mi té—. Dicen que una fan enloquecida invadió su casa y la destruyó.


Suspiro.


—¿Resultó herido?


—No, creo que no. Creo que no había nadie en la casa. ¿Pero quién sabe? Gran parte del material era del tabloide, ¿y cómo saber si es cierto? Escuché decir que solo dejó LA y paró de actuar. No tenía ni idea de que se había mudado para aquí.


—Es de aquí —le digo—. La familia vive por aquí.


—Ah, genial. —Juana me mira especulativamente—. ¿Estás segura de que todo está terminado con él,Pau? Deberías haberlo visto, después de que saliste corriendo esta mañana.


—¿Qué hizo?


—Bueno, tiene una boca muy sucia, pero tú también la tienes. Caminó y juró, traté de impedirlo correr detrás de ti, porque sabía que no sería el mejor camino para calmar las cosas.


—No, no quería verlo.


—Era un desastre. Está loco por ti. Creo que debes conocerlo como es realmente y darle una oportunidad.


Frunzo el ceño.


—Además, nunca te vi actuar de esta manera con ningún hombre antes. No desistas todavía.


—¡Me mintió y sabes cómo me siento sobre esto!


—Oh, Paula, por favor. ¿Has parado a pensar, como debe ser para él, tener a alguien cerca que no sabe quién es? ¿Qué no lo reconoce y comienza a gritar y hacerle preguntas estúpidas? Era solo un tipo normal, saliendo con una chica
normal. Tampoco me gustaría arruinar eso, si fuera él.


Pienso mucho sobre lo que Juana está diciendo y sí, tiene sentido.


—Aun así, podría habérmelo contado, por lo menos ayer. Ahora estoy de mal humor y no me importa.


—Tienes razón. Permítele disculparse. Quizás puedas conseguir buenas cosas. ¿Joyas? ¿Vino? ¿Flores?


Se ríe cuando le saco la lengua.


—Hoy no.


—No juegues con él, Pau.


Hago una nueva mueca.


—No estoy jugando. Hirió mis sentimientos. Solo quiero salir con mi mejor amiga hoy y hacer cosas de chicas. Además, cuando ha salido de mi cuarto, dijo que no necesitaba esto, entonces estoy asumiendo que no está interesado.


—Oh, él está interesado. —Asiente con su mano—. ¿Quieres ir a comprar? — pregunta.


—No. Irónicamente, quiero ir al cine. Pero nada en lo que este Pedro Alfonso.


—Está bien, no hay nada con el nombre de él de todas maneras. Creo que nos merecemos mantequilla extra en nuestras pochoclos.


—Y nada de refrescos dietéticos. Y como lo reconociste antes de mí, pagas tú.


Juana hace un puchero, mientras reunimos nuestras cosas y entramos al auto, para mirar una película, donde me puedo perder en la historia de otra persona por unas horas y pasar un tiempo con la única persona en el mundo que confío
completamente.