jueves, 18 de diciembre de 2014
CAPITULO 22
Estamos estirados en el sofá, acostados lado a lado. Pedro está pasando la punta de los dedos en mis costillas.
—Es para mis padres —susurro.
—¿Por qué esa frase? —susurra en respuesta.
—Porque es importante disfrutar todos los momentos. Pueden pasar muy rápido.
—¿Y por qué del lado izquierdo?
—Porque es más cerca del corazón.
Besa mi frente y pasa los dedos por arriba y por abajo en mi espalda, calmándome.
—¿Te puedo hacer una pregunta sobre ellos?
¡Dios, cuando susurra así, puede preguntarme lo que quiera!
—Claro.
—¿Qué pasó con ellos?
Suspiro y beso su barbilla.
—Ellos murieron en un accidente de avión hace tres años. Mi papá acostumbraba a pilotear, y tenía un pequeño avión que usaba para hacer viajes de fin de semana.
—Eso es un hobby caro.
—Sí, él podía pagarlo. —Respiro hondo y miro los ojos relajados de Pedro—. Creoque mencione el otro día que él fue un abogado muy importante en nuestra área.
—Sí.
—Bien, él era bueno en eso. Hacía mucho dinero, y cuando murieron juntos, yo era la única heredera.
—Hey, no estoy preguntando sobre tu situación financiera. —Acaricia mi mejilla con sus dedos.
—Lo sé. —Encojo los hombros—. De cualquier manera, ellos estaban yendo para México ese fin de semana. Iba a ir con ellos.
Los brazos de Pedro me apretaron y yo pase los dedos por los pelos de su pecho.
—Decidí en el último minuto quedarme en casa, porque tenía exámenes finales en la semana siguiente.
—Lo siento mucho. —Está descansando sus labios en mi frente, y yo estoy pegada a él, absorbiendo su fuerza, su calor.
—Ellos deben haber sido personas increíbles.
—¿Por qué dices eso? —Me inclino para atrás y busco sus ojos azules.
—Porque tú eres increíble, bebé.
Joder, encantador ni siquiera comienza a describir a este hombre.
—Ellos fueron increíbles —susurro—. Sé que a mi papá le hubiese gustado que hiciese algo más grandioso que ser fotógrafa, como doctora o abogada, algo que hiciera un montón de dinero. ¿Pero sabes qué?
—¿Qué?
—Ningún de ellos dijo nada cuando dije que iba a ser fotógrafa. Ellos solo me amaban. Querían que fuese feliz. El trabajo de mi papá era implacable y exigente, y él podría ser un completo bastardo en los tribunales. Fui una vez, y casi no lo reconocí. Me asusto. Pero cuando estaba en casa, era tan gentil. Era un hombre grande, alto, con manos grandes. Y siempre tenía el olor del suavizante y café. Y cuando estaba creciendo, todavía me cargaba y me daba seguridad.
Pedro trago en seco.
—¿Qué? —pregunté.
—No tienes nadie para cuidarte.
—Tuve que cuidar de mí misma por un largo tiempo, cariño. Aún cuando mis padres estaban aquí.
Él cierra los ojos brevemente y aprieta la mandíbula, como con rabia o frustración.
¿Qué dije? Se inclina y me besa en los labios, moviéndome para abajo, y suavemente, con ternura, hace el amor conmigo.
CAPITULO 21
Estoy sentada en la mesa de Pedro con las fotos para editar en la mesa. Pasamos una hora recogiendo mi ropa, algunos objetos necesarios, mi computador, mi cámara y memorias de mi casa, entonces, pasamos otra media hora haciendo la limpieza de nuestro desayuno. Las cosas hubiesen progresado más rápidamente si no estuviéramos tan ocupados tocándonos, besándonos y robando miradas uno del otro todo el tiempo.
De repente, la canción de Katy Perry, Teenage Dream, hace su aparición. Miro todo el espacio iluminado, hasta el sofá, donde Pedro está descansando casualmente, los pies descalzos cruzados en los tobillos, una torre de guiones de películas. Él tiene dos guiones abiertos en sus piernas, y se está mordiendo el dedo meñique, mientras lee.
Imágenes en las que estoy sentada sobre sus piernas aparecen en mi mente, me veo lanzando los guiones para el sofá y eso me hace reír, pero regreso hacia la imagen en la pantalla del computador. Estoy editando las fotos que saque, mientras Pedro y yo estábamos en la cascada. Hay cerca de veinticinco de ellas que son mis favoritas, y voy a imprimirlas y encuadrarlas para venderlas en la ciudad.
Cuando cierro el archivo, con las fotos de la cascada, veo a Pedro levantarse y caminar hasta la cocina.
—¿Quieres algo de beber?
—Solo un poco de agua, gracias. —Sonrío para él y abro el archivo siguiente de fotos para editar. Estas serán mucho más divertidas. La pareja que fotografié ayer llena la pantalla.
Pedro camina atrás de mí, y coloca mi agua sobra la mesa.
—Wow.
Miro para arriba y sonrío.
—Ellos tienen buena apariencia, ¿no?
—La tienen. Pero necesitan relajarse un poco.
Me río.
—Las primeras veinte fotos son descartadas en cada sesión. Lleva por lo menos ese tiempo para el cliente relajarse. —Cambio la imagen por cerca de veinte fotos y paro.
—¿Ves? Ellos ni saben que continúo allí. —La mujer rubia tiene puesto un conjunto de encaje y tiras negras. El hombre de negro, está sentado en la cama con las piernas cruzadas, y ella está sentada en sus piernas, los brazos alrededor del cuello y sus dedos en su cabello, besándolo.
—Sí, mucho mejor. —Comienza a acariciarme los hombros mientras me observa trabajar.
—¿Cuándo sacaste estas? —pregunta.
—Ayer. —Me inclino y me escucho gemir. Él es increíble con sus manos.
—Después de nuestra pelea. —Eso no es una pregunta.
—Así es. Oh, Dios, no pares de hacer eso.
Él besa mi cabeza y lo siento sonreír.
—Prefiero escuchar esas palabras salir de tu sexy boca, cuando estas desnuda.
Me río e inclino la cabeza para atrás, mirándolo desde abajo.
—Más tarde. Tengo que terminar esto. El cliente ya tendrá un reembolso, y quiero que tengan sus fotos lo más pronto posible.
—¿Por qué tendrán un reembolso? Pau, están fantásticas.
—Porque no fue una sesión divertida como de costumbre. Me sentia mal.
—Lo siento. —Besa mi cabeza de nuevo.
—No lo sientas. Quedaran felices con las fotos y el reembolso. Dame una hora.
—Está bien, tomate tu tiempo, bebé. —Regresa por el guion, pasando antes las manos por sus cabellos rebeldes, y no consigo dejar de sonreír, apreciando nuestra camaradería.
Doy los toques finales en la última foto sexy de mis clientes demasiado lindos, y sonrío satisfecha. A pesar de mi horrible humor, las fotos son deslumbrantes.
—Cierto, vamos a ver.
Pedro se levanta graciosamente del sofá y se coloca detrás de mí nuevamente. Paso cada imagen editada, orgullosa de cómo quedaron.
—Están increíbles. —Besa mi mejilla suavemente y le doy una larga sonrisa,brillando con su halago.
—Gracias. Espero que les gusten.
—Serían idiotas si no les gustan. ¿Terminaste por hoy?
—Sí, esto es todo. Estoy libre, hasta mi sesión de fotos del lunes. —Cierro el computador y me levanto, estirándome.
—¿Cómo está la lectura de los guiones? —pregunto, señalando la torre de escritos.
—Tedioso. Todo lo que llegó es una porquería.
—¿Ningún éxito de taquilla en esa torre? —Paso mi mano por su rostro, incapaz de impedirme tocarlo.
—Definitivamente no. —Coloca un beso en mi mano, y siento mi sangre comenzar a cantar.
—Disculpa, fui una compañía aburrida esta tarde. —Hago un masaje en sus hombros y cuello, empujándolo en mi dirección y besándolo en la barbilla.
—No hay nada aburrido en ti, bebé. —Mueve la cabeza, dándome acceso a su garganta y yo dejo un camino de besos hasta su clavícula.
—Sin embargo, ahora que tenemos todo el trabajo listo...
—¿Si? —Mis dedos están en su cabello, llevando sus labios hasta los míos.
—Nosotros podríamos hacer algo un poco más energético.
—¿Qué tienes en mente? —Amo la manera en que sus manos quedan en mi espalda cuando él me acerca su cuerpo.
—¿Todavía estas desnuda debajo de ese vestido?
—No sé —digo sarcásticamente, y muevo las pestañas—. Tal vez tengas que confirmarlo.
—Es un trabajo duro, bebé. —Reúne la falda en sus dedos, levantándola hasta mis caderas y llevando sus manos a mi trasero desnudo.
—Amo tu trasero. —Está mordiendo mis labios y acariciando mi trasero rítmicamente. Mmm… es tan bueno. Desliza la mano entre mis piernas e introduce un dedo dentro de mí por detrás y me inclino contra él.
—Oh, Pedro…
—Estas lista para mí, cariño.
—Estaba imaginando atacarte en el sofá, mientras estabas leyendo.
—¿Lo imaginaste? —Su sonrisa muestra que está contento y continua torturándome con su dedo.
—Sí, eso me dejo excitada.
—Joder Paula, mirarte me deja excitado.
—Ven aquí. —Lo llevo hacia el sofá y le señalo que se siente. Lo hace y me mira con los ojos azules brillantes, lascivos. En vez de montarlo, me agacho entre sus rodillas y alcanzo el cierre de sus pantalones.
—Estas con mucha ropa —mi voz es entrecortada. Abro sus pantalones y él levanta las caderas para que pueda bajarlas y sacarlas del camino. Su miembro duro está listo para mí. Lamo mis labios.
Su pene es bonito, lo que es un pensamiento que yo nunca pensé que tendría. Es grande y grueso, rodeado de cabello rubio rizado. Algunos hombres necesitan afeitarse un poco esa área, Pedro no tiene ese problema.
Paso mis manos hasta sus muslos y lo aprieto. Él aguanta la respiración en medio de sus dientes, su mandíbula esta apretada y sus ojos en llamas. Mis manos se comienzan a mover hacia arriba y hacia abajo, me inclino y saboreo su punta con mi lengua, degustando el líquido.
—¡Mierda bebé!
Él jala mi cola de cabello e introduce sus dedos en mi cabello, volviendome más atrevida con mi boca, lo chupo más rápido y más profundo, moviendo mi lengua para arriba y para bajo en su impresionante longitud. Mi mano izquierda se mueve
más abajo y agarro sus bolas y él se vuelve loco.
—¡Basta! —Me agarra por los hombros y me empuja para arriba, sentándome en sus piernas y entrando rápidamente en mí, y yo estoy feliz por la falta de bragas.
—¡Ah! Yo. Te. Necesito.
Nuestros ojos se encuentran, mis manos sobre mis caderas, moviéndome para arriba y para abajo en un ritmo duro y al mismo tiempo dulce, empujándolo dentro de mí; es casi doloroso. Me quito el vestido sobre la cabeza, y los labios de Pedro encuentran un pezón, jalándolo implacablemente en su boca, y chupándolo fuerte.
Me estoy sosteniendo en la parte de atrás del sofá, sobre su cabeza, y me inclino para atrás, dándole el acceso completo a mis senos, y me rindo al apriete en mi vientre, flexiono mis muslos, y gozo, mi cuerpo canta ante la sensación.
Pedro me empuja para abajo, duro, y se vacía dentro de mí.
—¡Oh si, bebé!
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