miércoles, 24 de diciembre de 2014

CAPITULO 36




Me sorprende despertarme antes que Pedro. Tenemos que estar en yoga en una hora, pero no puedo resistir quedarme parada observándolo dormir.


La luz de la mañana entra en grandes cantidades, bañando el cuarto con su luz.


Amo su cuarto grande con sus muebles. La cama es enorme, las sábanas blancas de algodón egipcio son suaves contra mi piel. Pedro está acostado de espaldas, con una mano sobre su cabeza. Su rostro está suave en el sueño, la barba matutina es muy sexy a lo largo de su barbilla, y sus cabellos generalmente enredados, todavía más desordenados de lo normal.


¡Y me ama!


Voy hasta el baño, para responder al llamado de la naturaleza, y cuando vuelvo al cuarto, agarro las ropas dispersas, zapatos y los ganchos que dejé caer en el suelo con una sonrisa enorme estampada en mi rostro. Veo mi bolso recostado en una silla cerca de la ventana, y me hago una nota mental para agradecerle a Juana. Estoy feliz de encontrar mi ropa de yoga, otra muda de ropa limpia, ropa interior y productos de higiene personal, incluido un cepillo de dientes, todo nuevo, en la maleta.


Decido arreglar mis cosas, y dejar algunas mías aquí. Si él quiere que regrese, está bien. Si quiere que deje mis cosas aquí, está bien también. Añado mi cepillo de dientes y un desodorante en el armario del baño, y un jabón líquido y un champú en la ducha.


Juana debe haber hecho compras, antes de ayudarme, y no pretendo solo agradecerle mentalmente, pero sí sorprenderla con un tratamiento especial. Dejo las ropas en el bolso, pero agarro mis ropas de yoga y miro de vuelta hacia la cama. 


Pedro aún duerme, y todavía tenemos algo de tiempo, entonces lo dejo y bajo las escaleras para preparar café. Me muevo alrededor de su cocina, abriendo las puertas de los armarios, y finalmente localizo el café de máquina, veo cómo funciona, y lo dejo preparándose, mientras tomo algunas tazas.


Mientras espero que el café esté listo, abro la puerta francesa hacia la terraza y salgo para apreciar la hermosa vista del Puget Sound y respirar profundamente el aire fresco.


Es un día lindo. El cielo es de un azul brillante, con el sol de la mañana brillando sobre el agua azul profunda. El ferry se está deslizando con gracia hacia Bainbridge Island. Gaviotas vuelan sobre el agua, y la brisa sopla suavemente por mi cabello.


Es un día glorioso.


—Pensé que no eras una persona madrugadora.


Giro al sonido de su voz áspera, sexy. Me envuelve en sus brazos y me abraza.


—Buenos días, hermosa.


—Buenos días, cariño.


Inclinando la cabeza hacia tras, sonrío para él.


—Estoy haciendo café.


—Sentí el olor, gracias. ¿Por qué no me despertaste? —Besa mi cabeza y respira profundo.


—Te veías muy tranquilo, y no tenemos prisa.


—Arreglaste tus cosas. —Inclino mi cabeza contra su pecho, evitando su mirada.


—Sí, las puedo guardar nuevamente si prefieres que no deje mis cosas aquí.


Tira hacia atrás mi barbilla con los dedos y mi cabeza, juntando mis labios con los suyos, en un beso que hace que mis dedos se enrosquen.


—Me gusta tener tus cosas aquí. Déjalas.


—Está bien. —Sonrío tímidamente hacia él—. Vamos a tomar café.



***


—¿Estás listo? —Sonrío hacia Pedro, que ahora está vestido con anchos pantalones cortos de baloncesto negros y una camisa. Está fantástico.


—¿Cómo va a ser allí? —Parece nervioso y mi corazón se derrite.


—Vas a estar bien. Basta con recordar lo que dije, ve a tu propio ritmo y estírate solo hasta estar cómodo. No quiero que te lastimes.


—No me voy a lastimar.


—Está bien. —Sé que piensa que esto va a ser fácil. No tengo dudas de que está en perfecta condición física, pero el yoga es más exigente físicamente de lo que la mayoría de las personas imaginan.


Abro la puerta del estudio y lo llevo hacia dentro. Las ventanas de vidrio son color mate para que las personas que pasen por la calle no vean y se detengan para mirar aquí adentro. Hay espejos que cubren una pared entera con una barra montada enfrente, para la clase de ballet más tarde, y hay alfombras de yoga enrolladas y apiladas en una esquina.


Voy hasta el sistema de sonido y escojo una música tranquila.


—Bueno, vamos a tomar nuestras esteras. Los estudiantes llegarán pronto.


—¿Cuántas personas asisten a la clase? —Puedo sentir su inquietud por ser reconocido.


—Cerca de ocho o diez. Es una clase pequeña.


Asiente y extiende nuestras esteras enfrente de la clase y del espejo. Los alumnos entran y extienden sus esteras en todo el estudio. Ninguno le presta atención a Pedro y lo veo empezar a relajarse. Le sonrío, y me guiña un ojo.


—Bueno, estudiantes, vamos a comenzar.


Durante la siguiente hora llevé a la clase a hacer una serie de posiciones diferentes para complacer tanto al principiante como a los estudiantes con experiencia.


Normalmente me pierdo con la música y yoga fluye en sí, pero no puedo evitar distraerme con Pedro y su fuerte cuerpo. Es más flexible de lo que le di crédito y es gracioso. 


Observar su cuerpo tonificado flexionarse es una delicia. Me está observando, también, con más interés que el de solo imitar mis movimientos.


Cuando nuestros ojos se encuentran el calor es inconfundible y sé que estoy excitándolo con mi flexibilidad. No puedo esperar para hacer esto sola con él. Estoy en la posición de cuatro, y me volteo hacia la clase, atrapando los ojos de Pedro fijos en mi trasero. Sonrío. Finalmente, la clase termina y estoy tan excitada que no veo a las personas.


Finalmente todos los estudiantes se despiden y salen para continuar su día, y Pedro y yo estamos solos. Camina hasta la puerta y la atranca, haciendo mi corazón dar un giro en mi pecho.


—¿Hay otra clase aquí esta mañana? —pregunta.


—No, no hasta esta tarde —respondo.


—Bien.


—¿Qué te pareció? —pregunto.


—Creo... —comienza, mientras camina lentamente en mi dirección—, que eres la mujer más sexy que he visto en mi vida.


Sus ojos se estrechan y su rostro está serio, mientras se aproxima más a mí.


—Ah. —Intento reunir mi juicio—. ¿Entonces, pienso que te gustó?


—No tenía ni idea de que podías flexionar tanto ese pequeño cuerpo.


—Lo vengo haciendo hace un tiempo.


—Sí, lo veo. —Está finalmente de pie a menos de un metro de distancia de mí y llevo mi mano hasta su rostro.


—Estoy feliz de que estuvieras aquí. Fue un placer verte haciendo mi clase.


Sonríe, satisfecho conmigo, inclinándose hacia mi toque y cerrando los ojos por algunos momentos. Abre sus ojos azules, que ahora están como fuego. Santo infierno, adoro cuando me mira así.


Me empuja contra el espejo y aprieta mi rostro en sus manos, besándome como si su vida dependiera de eso. Me froto contra sus caderas y me entrego a su beso, sacando toda mi frustración de la última hora en este beso.


—Te quiero —murmura contra mis labios.


—Te quería toda la última hora. Estoy sorprendida de que fuera capaz de hablar durante la clase.


Sonríe contra mis labios.


—¿Vamos a sacar esto, no? —Saca mi top por mi cabeza, tirándolo al suelo, y, enseguida, arranca rápidamente mis pantalones y ropa interior. Le retribuyo el favor, despojándolo de las suyas, y me gira frente al espejo.


—Coloca las manos en la barra, bebé.


Obedezco feliz. Besa mi hombro y envuelve mis senos en sus manos, preocupándose con los pezones sensibles en sus dedos. Observando nuestro reflejo en el espejo, la electricidad va directa hasta mi ingle. Sus grandes manos bronceadas cubren todo mi pecho, acariciando mis senos blancos. Sus labios están en mi hombro, sus ojos cerrados, y solo mirar hacia su rostro ya me deja completamente necesitada. Oh Dios.


—¡Ah! —Inclino la cabeza hacia atrás contra su pecho, empujando mis senos en sus manos.


—Me dejaste loco viéndote en todas aquellas posiciones, pequeña. No sé cómo conseguí controlar mi erección.


Suspiro y le sonrío en el espejo. Desliza las manos al lado de mi cuerpo, trazando mi tatuaje por encima de mi cadera, pasando mi nalga y encontrando mi centro.


—Joder, cariño, estás tan mojada para mí…


Sus labios están en mi cuello, mordiendo, provocando escalofríos en mi espina dorsal.


De repente, jala mis caderas hacia atrás, cuando estoy curvada, mis manos apoyadas en la barra, me da una palmada fuerte en el trasero, antes de meter su pene dentro de mí.


—¡Oh Dios! —Agarra mi cabello con una mano y mi caderas con la otra y empuja hacia dentro, más rápido y más rápido, cada vez más, sus ojos tempestuosos fijos en los míos en el espejo. ¡Joder, esto es tan bueno! Empujo de vuelta contra él y siento el orgasmo rasgar a través de mí, rápido, duro, y exploto alrededor de él. Empuja unas dos veces más y se estremece con su propia liberación.



***


Cuando dejamos el estudio de yoga, recibo un mensaje de Juana.


¿Cena de cumpleaños en la casa de mis padres mañana en la noche? Trae a Pedro.


Frunzo el ceño. ¿Cómo lo voy a llevar a eso?


—¿Que va mal? —Abre la puerta de su auto y se inclina para besarme antes de sentarse delante del volante.


—No hay nada de malo.


Levanta una ceja y me retuerzo.


—Habla conmigo, bebé.


—Los padres de Juana nos invitaron a cenar en la casa de ellos mañana en la noche.


—¿Ah? ¿Cuál es el motivo? —Enciende el auto y sale del estacionamiento, en dirección a su casa.


—Mi cumpleaños —susurro y me muerdo el labio.


—¿Qué? —Me mira, los ojos abiertos, enseguida vuelve a mirar a la calle.


—Bueno, la verdad es que es el sábado, pero ellos quieren celebran mi cumpleaños con una cena, mañana en la noche. —Tuerzo mis dedos en mi regazo y miro hacia abajo. Esto es incómodo.


—¿Ellos te consideran como de su familia?


—Sí, ellos prácticamente me adoran, después de que mis padres fallecieron. —Esto es mucho más fácil de decir—. Sus padres son demasiado. Ella tiene cuatro hermanos mayores. Isaac, que es el mayor, y su esposa acaba de tener un bebé. Todavía no lo conozco.


—Entonces va a ser una cosa de familia. —Oh, ¿qué es lo que está pensando? No parece molesto, pero no parece satisfecho.


—Sí. ¿Vas conmigo?


—Claro. Parece divertido. Pero ¿cuando me ibas a contar que tu cumpleaños es este fin de semana?


Oh. Me encojo de hombros.


—No había pensado sobre eso, honestamente. No le doy mucha importancia.


—Tal vez le dés importancia a esto. —Su voz es engañosamente suave.


—No te molestes —susurro—. Me sentiría estúpida diciendo: «Entonces, vamos para el yoga, y, a propósito, mi cumpleaños es el sábado».


—No, eso habría sido útil.


Se detiene en la puerta de mi casa, para que pueda trabajar. Abre el maletero para tomar el vestido de Juana y mis zapatos.


—Entonces, creo que ¿tenemos un encuentro para una cena mañana en la noche?


—Sí, lo tenemos. —Me abraza fuerte—. Gracias. ¿Tienes mucho trabajo hoy? — pregunto, tratando de distraerlo.


—Sí, un poco. ¿Y tú?


—Tengo dos sesiones de fotos, y tengo que llevar el vestido de Juana a la lavandería.


Frunce el ceño profundamente.


—¿El vestido de Juana?


Mierda.


—Sí, me lo prestó.


—¿Por qué?


—Porque no tenía más ropa formal. —Me encojo de hombros—. No es gran cosa.


—No quiero que pidas ropa prestada. —Aprieta los ojos y coloca las manos en las caderas.


Pedro, esto es lo que las chicas hacen. Tomamos ropa prestada de la otra. No es nada grave.


—Te voy a llevar a hacer compras, por tu cumpleaños.


—No. —Niego con la cabeza enfáticamente y camino en dirección a la casa.


—¿Por qué no?


—No necesitas comprarme ropa. Puedo pagar tres mil dólares en unos zapatos sin pestañear,Pedro. No te necesito para que me pagues ropa.


—No dije que necesitabas de mí para pagarlas. Soy tu novio, ¡por Dios! Eso es lo que nosotros hacemos. Déjame consentirte.


—Me consientes. —Sonrío, cuando recuerdo las flores, el café en la cama, la cena de la noche pasada—. Me consientes de todas las maneras que realmente importan.


—Pau, soy muy rico. Me puedo dar el lujo de gastar el dinero contigo.


—Yo también. —Cruzo los brazos sobre el pecho.


—¡Eres tan jodidamente terca! —Niega con la cabeza y pasa la mano por el cabello, frustrado, no puedo evitar encontrar la situación divertida.


—¿Te estás riendo?


—Más o menos. Eres divertido cuando estás molesto conmigo.


Ríe y mira al techo.


—Dios eres tan frustrante.


—Lo sé. Pero te amo.


Sus ojos se suavizan y me atrae hacia sus brazos.


—Yo también te amo.


Me inclino y lo beso dulcemente en los labios, enseguida, en la comisura de su boca.


—Estoy hablando en serio, bebé. Toma mi tarjeta de crédito, toma a Juana y ve de compras. Me hace feliz, compra cosas hermosas para ti y Juana, por tu cumpleaños.


Abro mi boca para hablar, pero Juana abre la puerta de la cocina.


—Está bien, no tienes que pedirlo dos veces. Gracias. —Le guiña un ojo y sonríe.


—¡Oye! No es posible. No voy a hacer eso.


—¿Juana, tienes planes mañana, antes de la cena en casa de tus padres?


Pedro está hablando con ella, pero mirándome, su barbilla apretada. Sé que no voy a ganar esta lucha.


—Nada, estoy con la agenda completamente libre. —Sonríe.


—Excelente. Por favor, ¿llevas a mi novia de compras? Y coloca el spa en la lista también.


¿El spa también? Mi boca cae abierta.


—¡Será un honor y un placer, oh generoso novio!


Juana se ríe y Pedro se une a ella, y todo lo que puedo hacer es mirarlos a ambos, que me ignoran completamente.


—¡Mierda, gente! ¡Estoy aquí!


—Lo sé cariño, solo estoy planeando algo especial para tu cumpleaños. —Abre una sonrisa de lobo y me encara, no sé si quiero golpearlo o besarlo.


—Me gusta tu novio, Pau. —Juana me sonríe dulcemente y sé que estoy preparada.


—Está bien —murmuro.


—Tu entusiasmo es inspirador. —Los ojos de Pedro brillan de diversión.


—Vamos al spa, pero nada de compras. —Espero realmente que acepte mi propuesta, pero puedo ver por el músculo saltando en su mandíbula, que no habrá discusión.


—Vamos a ir de compras. Compra lo que quieras. No hay límite en la tarjeta.


Niego con la cabeza.


—Hablando de testarudos…


Se encoje de hombros y me besa fuerte, entonces se aparta bruscamente, dejándome fuera de lugar.


—¿Vienes a mi casa cuando las sesiones terminen?


—Sí, te mando un mensaje cuando acabe. —Suspiro, aceptando mi destino de mañana. Sé que Juana va a hacer seguir todas las instrucciones de Pedro. Traidora.


—Excelente. Te veo más tarde. —Me besa otra vez y descansa su frente en la mía.


—Te amo, hermosa.


Y, así, mi mundo es correcto nuevamente, y en este momento haría cualquier cosa que pidiera.


—Yo también te amo, hombre mandón.



3 comentarios:

  1. Espectaculares los 4 caps!!!!!!!!!!!!! Me tiene alucinada esta historia (creo q ya te lo comenté otro día jaja pero es la verdad)

    ResponderEliminar
  2. Coincido con Silvi es verdaderamente hermosa esta historia, la amo ♥ Feliz Navidad !!

    ResponderEliminar