miércoles, 17 de diciembre de 2014

CAPITULO 19




Sonrío y paso la lengua a lo largo de mi labio inferior. 


Deslizo mis dedos a lo largo del estómago hasta el cierre y le abro los pantalones. Empujo los suaves pantalones y los bóxer grises lentamente por las caderas y las piernas hasta abajo. Él sale de ellos y los empuja a un lado.


No me toca, lo que me está dejando loca de deseo. ¡Quiero aquellas hábiles manos en mí!


—Adoro cuando me miras así —murmura y se mueve en mi dirección. Doy un paso atrás, hasta que mis piernas golpean el borde de la cama.


—¿Cómo te estoy mirando?


—Tus lindos ojos verdes me están mirando, como si no pudieses esperar para tocarme.


—No puedo esperar.


—Acuéstate en la cama, bebé.


Hago lo que me pide, y lo miro, apreciando la vista. Toda la sangre de mi cuerpo está reunida entre mis piernas y estoy sin aliento. Esto sin siquiera tocarme.


—¿Qué estás haciendo conmigo? —pregunto, sorprendida de decir las palabras en voz alta.


Sonríe y sube a la cama, quedándose entre mis piernas, las manos colocadas a cada lado de mis hombros. Todavía no está tocándome realmente. Baja la cabeza y toca mis labios con los suyos: una vez, después dos veces.


—Te estoy seduciendo.


—Eres bueno en eso. —Sonríe contra mis labios. Agarro sus caderas, pero me empuja para atrás, dejándolo fuera de mi alcance.


—¡Hey!


—Agárrate a la cabecera de la cama.


—Quiero tocarte.


Él me besa levemente de nuevo.


—Confía en mí, bebé. Sostente de la cabecera de la cama.


Levanto mis manos y agarro la cabecera de madera blanca.


—Mantén las manos allí, ¿ok?


—Ok.


Sonríe y besa mis labios una vez y enseguida, mi barbilla. 


Cierro los ojos e inclino la cabeza para atrás, dándole acceso a mi cuello. Se aprovecha y lame todo el camino hasta mi clavícula. Oh Dios. Desliza su cuerpo bajo el mío. Apretó uno de mis senos en su mano, preocupándose de atender a mi pezón sensible entre sus dedos, mientras chupaba el otro en su boca, y es un ataque directo a la ingle.


—Ah, mierda. —Me muevo en la cama, mi cuerpo temblando con la sensación.


Sopla suavemente el pezón, y se mueve hacia el otro para hacer lo mismo.


—Tan bonita —susurra contra mi pecho—. Amo tus senos. Ellos llenan mis manos perfectamente.


—¿Puedo mover mis manos ahora? —respiro.


—De ninguna manera. Mantenlas donde están.


—Te quiero tocar.


—Lo harás, pero no te muevas todavía.


Gimo en frustración y él comienza a besar mi cuerpo nuevamente. Lame el piercing de mi barriga con la lengua.


—Eso es tan caliente.


—Estaba pensado en quitármelo —digo.


—Por favor no, lo amo.


—Está bien —respondo tímidamente.


Sonríe y se mueve un poco más abajo, sus manos van de un lado a otro en mi cuerpo. De repente, agarra el interior de mis muslos y los empuja para los costados.


Frota su nariz sobre el tatuaje en mi pubis y me escucho gemir nuevamente.


—¿A quién es que tienes que perdonar, bebé?


Suspiro y lo miro con los ojos bien abiertos. Sus ojos encuentran los míos y me angustio al sentir las lágrimas en la parte de atrás de mis pestañas.


—A mí misma —susurro.


—Oh, bebé. —Besa suavemente mi tatuaje, sus dedos se mueven en el interior de mis muslos para mi centro. Corre los dedos por la abertura de mi clítoris hasta mi ano y yo grito.


—¡Oh! ¡Oh, Dios mío!


—Querida, estas tan mojada. —Su lengua sigue a su dedo y mis caderas convulsionan. Sostiene mis muslos fuertemente contra la cama, y los abre para mantenerlos abiertos para él.


—Tan dulce. —Pasa su lengua gloriosamente de regreso a mi vagina y enseguida presiona el dedo dentro de mí, besándome íntimamente, como si estuviese besando mi boca, la nariz presionando contra mi clítoris.


—¡Puta mierda! —lloro y lo siento sonreír contra mí. Sus manos se mueven de regreso a mi trasero y me levanta, apretando más su rostro contra mí. Frota la nariz para atrás sobre mi clítoris, mientras su lengua se mueve alrededor y dentro de mí y estoy casi con miedo de mi orgasmo. Gozo rápido y duro, empujando mis manos todavía apretando la cabecera de la cama, gritando el nombre de Pedro, o creo que eso es lo que estoy diciendo de cualquier manera. 


Puedo estar hablando en varios idiomas.


Continúa con la dulce tortura hasta que el último temblor pasa por mí, enseguida besa el camino de mi cuerpo, parando para darle atención especial a mis pechos, y finalmente, se acuesta sobre mí, descansando su pelvis, sus codos en cada lado de mis hombros. Su miembro rígido contra mi centro húmedo y cuando muevo mis caderas para colocar mis piernas alrededor de él, lo siento deslizarse arriba y abajo.


Los ojos de Pedro se cierran apretados.


—Oh Dios, Pau, eres tan sabrosa.


—Como tú. —Me inclino para besar sus labios, saboreándonos.


Él mueve sus caderas ahora, deslizando su miembro deliciosamente grande y duro entre mis bordes, pero sin entrar dentro de mí. La punta acaricia mi clítoris, llenándome de chispas de sensaciones.


—Déjame tocarte —suplico.


—Dios, sí, tócame.


¡Aleluya!


Agarro su cabello en mis manos y empujo su rostro hacia el mío. Me besa con ansias, al mismo tiempo que se frota fantásticamente contra mi centro, y yo solo lo quiero en mí.


Pedro —respiro contra su boca.


—¿Qué necesitas, bebé?


—A ti. En. Mí Ahora. —Cada palabra lleva una pausa entre besos. Él gime en el fondo de su garganta, y finalmente se desliza dentro de mí. Duro. ¡Oh dulce Jesús!


—¡Ah! —Entra en mí, más y más, cada impulso más fuerte que el último. Su respiración es irregular. Me acerco y agarro su trasero, empujándolo más duro.


—Oh, Paula, ven conmigo bebé.


Sus palabras, su voz, son mi perdición y exploto alrededor de él. Soy solo una sensación, cuando empuja dentro de mí al máximo, frotando y moliendo, moviéndose para atrás y para delante, cuando se estremece una última vez, susurrando mi nombre como una oración.



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