miércoles, 17 de diciembre de 2014
CAPITULO 18
Pedro ríe de mi broma y me relajo un poco. Realmente necesitaba creer que él no hablaba sobre mi cuerpo. Nunca me preocupe con lo que otros hombres decían, pero eso, probablemente, era porque no me importaba lo que pensaban de mí. Ellos podían tomar o dejar. Quiero que Pedro me tome.
—Gracias por el desayuno. —Tomo mi café y me inclino en la silla, admirando la vista del agua y los barcos a vela.
—De nada. —Se levanta y toma mi mano—. Ven, vamos a ponernos más cómodos y tener aquella conversación.
¡Wow, no voy a tener que sacar el tema! Eso es bueno. Tomo su mano y abandono mi café, pero tomo el jugo de naranja y lo sigo para la casa. Me siento enfrente y espero que comience.
Pedro se sienta en el borde del sofá y pasa los dedos por el cabello. Esta agitado, probablemente nervioso. Realmente no sé qué decir para hacerlo sentir cómodo. Y estoy desesperada porque comience a hablar.
—Hey —le digo y uno nuestros dedos—. Está bien. Dime que estas cómodo en contarme, y partimos de allí. —Sus ojos están preocupados, con la frente arrugada, cuando se inclina para atrás, y besa mis dedos.
—Primero que todo, no tuve la intención de mentirte. —Mira directamente a mis ojos—. Debería haber sido honesto contigo la noche que viniste aquí, pero francamente, yo estaba bloqueado contigo. Me haces olvidar de mi propio nombre a veces.
¿Entonces, él tiene ese problema también, eh?
—Obviamente, en la mañana que nos conocimos, pensé que estabas sacando fotos de mí. Eso no pasa muchas veces, pero las veces que pasa entro en pánico.
—Nunca te tomaría una foto sin tu permiso.
Él aprieta mi mano y me ofrece una sonrisa triste.
—Gracias —murmura. Respira hondo y continua—: Hace algunos años, las cosas estaban muy locas. Los paparazzi pueden ser despiadados, y a veces los fans son peores. Nunca me gustaron las multitudes, ni idea de por qué, pero fue literalmente perseguido en la calle por centenares de personas regularmente, lo que hizo que esta fobia se desenvolviera completamente. Cada momento de mi vida fue documentado por cinco años.
Él se voltea hacia mí, sus ojos abiertos y asombrados.
—Nunca podría haber tenido una novia, mismo si quisiese una. Nunca hubo un momento para mí.
—Pensé en haber leído algo sobre que estabas con la protagonista… Meredith Cualquier Cosa.
Él mueve la cabeza en señal de frustración.
—Eso todo fue fabricado por causa de las películas. Para la publicidad. El estudio te posee, cuando trabajas para películas con grandes presupuestos, Pau. Ellos determinan con quien te quedas, lo que haces, donde vas. Yo era muy joven para realmente entender lo que eso significaba.
—Meredith es una buena persona, pero ella nunca fue mi novia, y ese es solo otro ejemplo de lo cruel que los paparazzi son. Ellos pueden cambiar algo, hasta que compren la historia que ellos quieren, en vez de la verdad sin gracia. —Traga y arruga la frente y, enseguida sus bellos ojos azules encuentran los míos.—Si tienes preguntas sobre mi pasado, debes preguntármelo. No busques las respuestas en internet.
Jesús.
—Ok.
—Eso es importante. Podría destruirnos, y yo me niego a perderte, por algo que ya no es parte de mi vida.
—¿Todavía hay material impreso sobre ti? —pregunto.
—A veces, no mucho hoy.
Gracias a Dios.
—¿Realmente no haces una película hace cinco años?
—No actúo hace cinco años —responde.
—¿Por qué?
Él pasa la mano por su cabello de nuevo.
—Porque todo aquel dinero no es buen dinero.
—¿Qué significa eso?
—Hice un montón de dinero con esas películas, Pau. Continúo haciendo, gracias a las ventas, mi contador y abogados. Todavía podría hacer mucho más dinero actuando, ¿pero a qué precio? ¿Para regresar a que me persigan y tener mi vida manejada por otros?
—¿Pero y los actores como Matt Damon y Ben Affleck? Ellos parecen conducir de forma correcta sus vidas privadas. — Recuerdo.
Él mueve la —Sí, ellos la conducen, pero también son un poco más viejos ahora y no están estrenando comedias románticas centradas en mujeres jóvenes.
—Entonces, ¿nunca más hiciste películas o cualquier cosa del género? —pregunto, queriendo saber más, todavía no me dice lo que hace.
—No dije eso.
Oh.
—Ok.
—Ahora soy productor, las películas son hechas por varios profesionales. No soy más actor.
—Entonces, ¿eso significa que tienes que estar lejos por largos periodos de tiempo? —Mantengo el pánico lejos de mi voz, pero mi sangre esta helada. ¡No quiero que pase la mayor parte del tiempo fuera!cabeza.
—No, hago la mayor parte de mi trabajo en casa. —Besa mi mano nuevamente—.Voy para Los Ángeles o Nueva York por algunos días, aquí y allí, pero solo eso.También trabajo con otros productores, que son capaces de hacer la mayoría del
trabajo, sin que yo necesite moverme.
—Ah. —Wow, realmente vive en un mundo completamente diferente al mío.
—Tengo una pregunta.
—Dime.
—Juana me dijo anoche que había escuchado hablar que alguien se lastimo en tu casa.
Pedro empalidece y sus ojos están sombríos.
—Sí. Estaba en Nueva York haciendo publicidad para una película —suspira—. Una niña, una fan, invadió mi casa. Ella la prendió fuego.
Suspire.
—Dios mío.
—Eso era lo suficientemente malo, pero hizo un muy buen trabajo, no consiguió salir de la casa, y acabo muriendo dentro.
—Puta mierda, Pedro.
—Fue allí que lo supe. Estaba decidido. Todo era muy loco, no conseguía continuar en esta vida.
—Otros actores consiguen vivir en ese mundo, pero simplemente no creo que valga la pena, una persona murió por mi culpa.
—Ella era, obviamente, una chica confundida, cariño.
Sus ojos vuelan hacia mí.
—Esta es la primera vez que me llamas por algo que no sea mi nombre.
Sonrío tímidamente y encojo los hombros.
—Sí, estaba confundida. No consigo hacer las cosas bien.
—¿Sientes algo en falta?
—Siento la falta del trabajo. Actuar es divertido, y me gusta pensar que era bueno en eso. Estar en el set era divertido, y aprendí mucho. Pero no quería el resto.
—Ok, entonces aquí viene la pregunta del millón. ¿Por qué no me lo contaste?
—Al principio, no te creí cuando dijiste que no sabías quien era. —Él sonríe con tristeza—. Eso raramente pasa. Y después, cuando se volvió claro que era verdad, ser tratado normalmente era como un aire fresco para mí.
—No eres normal, Pedro, quiero decir en el buen sentido.
Sonríe.
—Sabes lo que quiero decir. No te convertiste en una adolescente de quince años cuando me viste, como Juana ayer. Parecía gustarte, y no el personaje de una película.
—Nunca vi tus películas —dije con naturalidad.
—Amo eso. —Su voz es completamente honesta.
—¿Pero me ibas a contar? Porque yo lo iba a descubrir más temprano o más tarde.Contra esto es que estoy luchando, Pedro. Es por eso que me asuste contigo anoche.
Confíe en ti con cosas que nunca compartí con nadie. Ni siquiera Juana sabe sobre mis tatuajes. —Sus ojos arden con la mención de mis tatuajes, pero continúo—: Es evidente que después de nuestra conversación en el auto, deberías saber que tengo problemas en confiar en los hombres. Todos los hombres. No mantengo hombres en mi vida.
—Estoy esperando que eso esté a punto de cambiar —susurra.
—Ese no fue un gran comienzo para convencerme de hacer cualquier cambio.
—Paula, piensa sobre el resto del tiempo que pasamos juntos. Todavía soy el mismo hombre, que era antes de lo que paso en tu cocina ayer en la mañana. Todavía me gusta cocinar, creo que tu trabajo es sexy, y no puedo mantener las manos lejos de ti. Soy apenas un hombre.
—Lo sé.
—¿Lo sabes?
—Sí. No soy una idiota. Me conoces mejor que nadie, y esto en menos de una semana de convivir, y no puedo dejar de sentirme un poco tonta. Ayer fue realmente vergonzoso para mí.
—También lo fue para mí.
—Bien, estoy feliz que terminó.
—¿Qué?
—Mi primer momento vergonzoso enfrente de ti.
Él sonríe, pero es rápido. Se pone serio nuevamente.
—¿Podemos comenzar de nuevo?
—No.
Su cara decae.
—¿Entonces se acabó?
—No, no quiero comenzar de nuevo, porque eso significaría apagar todo lo que teníamos y, honestamente, excepto ayer, los pocos días que pasamos juntos, han sido buenos. —Muerdo mi labio y lo miro.
Su rostro imposiblemente bello, rompe con una sonrisa suficiente para darme un ataque cardiaco. Dios, solo él me puede mirar así… ya me quedo feliz. No puedo evitar sonreír de regreso.
—Paula, estos fueron los mejores días de mi vida, y yo realmente te quiero decir eso.
—Wow.
Finalmente, me empuja a sus brazos. Entierro mi rostro en su cuello, mis brazos alrededor suyo y lo aprieto, inhalando su aroma sexy, dándole besos suaves en su mejilla. Me inclino para atrás y tomo su rostro en mis manos, mirando profundamente en sus ojos.
—Solo no vuelvas a actuar así conmigo.
—Bebé, no te tienes que preocuparte por eso.
De repente, me está besando y estamos en movimiento. Él está conmigo en sus brazos y me carga como si no pesara nada, y eso es tan… sexy.
—¿Para dónde vamos? —pregunto contra sus labios.
—Mi cama.
Oh.
—No limpiamos las cosas del desayuno.
—Más tarde.
—Podíamos quedarnos desnudos en el deck —sugiero y muerdo su oreja.
Él gruñe.
—No, mi cama. —Estamos subiendo las escaleras—. Te quiero ver desnuda y planeo quedarme contigo por lo menos una semana en la cama.
No puedo dejar de reír.
—Tengo clientes el lunes.
—Ok, pero hoy y mañana eres toda mía.
—¿Tuya? —Levanto una ceja para él.
—Mía —repite y me acuesta suavemente en su cama. Toma el borde de mi vestido y lo saca sobre mi cabeza.
—Dulce Jesus, no estás usando bragas.
Sonrío.
—No.
—Todo este tiempo, ¿estabas sentada a seis centímetros de mí sin las bragas?
—¡Eso mismo! —Sonrío y comienzo a desabotonarle la camisa. Sus ojos observan los míos atentamente y abro los botones, uno por uno. Deslizo la camisa sobre sus hombros y la dejo caer en el suelo. Enseguida empujo mi dedo entre el elástico de su ropa interior y su piel, de la misma manera que hice la otra noche, cuando él me detuvo. Sus ojos brillan con necesidad, y no hace ningún movimiento para detenerme esta vez.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario